"¿De qué escribimos las mujeres? De todo, obvio. Pero si toma usted en cuenta que hace menos de un siglo que votamos y estamos alfabetizadas, y hace un par de generaciones que vamos masivamente a la Universidad, se dará cuenta de que aún no logramos romper el mandato cultural del matrimonio y la maternidad, por lo tanto, escribimos mucho sobre eso: ¡el matrimonio y la maternidad! Es nuestro campo de estudio. Somos maestras de la intimidad y de esa invención denominada familia. De eso hablamos, escribimos, disertamos, lloramos, nos morimos y nos embarramos. ¿Usted cree que eso nos salva de la perversión? De ninguna manera. ¿Qué pasa si encierra usted a un ser humano en una jaula durante digamos, unos veinte añitos? No. No va a sacar lo mejor de sí misma. Las mujeres encerradas en esos roles “naturales” de mamás y esposas nos volvemos locas y no sacamos –de ninguna manera– lo mejor de nosotras mismas, al contrario. Es lógico, hay estudios que demuestran que un berrinche de tres horas de un niño de dos años hace tanto daño a la psique como la discografía completa de Arjona. Abra este libro y encontrará las delicias de La Ñora, una mujer, que como tantas otras, habita y se regodea en la perversión de lo casero. No le tenga miedo. Seguramente la encontrará muy parecida a usted misma, o a su mamá o a alguna de su familia, porque no estamos viviendo un momento brillante de la civilización y todavía se nos ocurre decir que es natural cuidar a cuatro hijos, atender una casa, no descansar ni en domingo –sin cobrar–, como si no fuera más difícil que matar un cerdo a pellizcos. La Ñora es deliciosa, cínica, infame, simpática, entrañable y omnipotente. Una vez que la lea, no podrá vivir sin ella porque no tiene pelos en la lengua. La Ñora no tiene perdón de Dios. No lo necesita. Para eso se hizo esposa y madre, para ser Todopoderosa". Ana Francis Mor